Resulta
verdaderamente frustrante escuchar las palabras:
"¿Y para qué
sirve proteger a los
sapos/salamandras/gallipatos/lagartos/serpientes/etc.?"
A nadie se le
ocurre plantear algo parecido con la Alhambra de Granada, el acueducto de
Segovia, e incluso, en materia de conservación de especies amenazadas, el lince
ibérico o el águila imperial. La conservación de algunas piezas del patrimonio
natural en este país es algo que parece no estar tan claro como la de nuestros
monumentos o la de las icónicas "especies bandera". Una asignatura aún
pendiente en nuestra sociedad al fin y al cabo.
Para tratar de
paliar esto, la falta aún de divulgación social al respecto, abriremos desde
ahora una serie de "motivos para todos los públicos"; una especie de
"catecismo", "decálogo de principios" o como se quiera
llamar a un elenco de buenas razones que los científicos conservacionistas han
elaborado, aduciendo a diversos aspectos éticos, estéticos, científicos e
incluso económicos, con alguna pincelada de filosofía propia. "Porque
existen y han llegado hasta nosotros", "por precaución",
"porque nos queda aún mucho por conocer", "por nosotros
mismos"...
Para todos, hay
razones para CONSERVAR.
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