Acostumbrada a unos inviernos "predecibles", el de este año ha engañado por completo a la naturaleza y a sus ciclos y, por ende, también a nuestra herpetofauna. Mientras
asistíamos a la actividad de algunas especies de reptiles en pleno enero
(lagartijas ibéricas y culebras de herradura, por ej., tomando el sol de
enero), o las primeras frezas de sapo común y sapillo pintojo ibérico comenzaron ya a finales de diciembre (ver entrada anterior de blog) y en enero, respectivamente, ahora las zarpas del invierno se han cebado con los anfibios que se había
animado con la cría en las charcas.
Anoche, algunos integrantes de la AHG nos adentramos con las
últimas luces del día y una temperatura de 4ºC (que luego llegó a ser uno
menos) en una de las pocas charcas que aún quedan con anfibios en el entorno de
Sierra Nevada. La charca, en proceso de llenado, pero aún muy somera y sin vegetación aparente, empezaba a tener ya los primeros colonizadores de la temporada. Una bonita hembra de sapo corredor se mostraba activa en la superficie en una noche que empezó helada, y los primeros gallipatos y
sapillos moteados ibéricos se asomaban por los agujeros de sus refugios invernales en majanos, sumideros y muros
de piedra. Unos pocos pequeños machos de moteados incluso emitían en
la niebla los primeros y tímidos coros a esos tres grados del mercurio y 1.250 m sobre el nivel del mar, formando parte de esos paisajes sonoros que nos embelesan y cautivan nuestros sentidos.
La nota alarmante de la noche fue encontrar, en nuestra metódica revisión de las orillas, esta ofuscadora imagen de tres gallipatos muertos juntos junto a una egagrópila de rapaz nocturna, quizá de búho real. Dentro de la laguna
había otro más, blanco ya por la degradación bacteriana en medio acuático, y un macho de Pelodytes caído también por la acción de los hielos. Llegamos a la conclusión de que
han sido estas pasadas noches de frío atroz las que se cebaron con sus pequeños cuerpos.
La falsa primavera simplemente, los engañó.
Por fortuna, la esperanza está en los vivos. Al menos otros 5 gallipatos observamos en actividad, machos aún débiles que despiertan del larguísimo letargo de este año (la charca hasta ahora empieza a tener agua, tras 9 meses de parada), esperando a hacer su función de hipocampos de las charcas, montando en sus lomos a sus compañeras en la oscuridad acuática de las últimas noches de invierno.