En Lanjarón se encuentra una zona de arcillas yesíferas que fueron antiguamente explotadas para la producción de tejas y cerámica. La zona cuenta con unas charcas abandonadas que se construyeron para retener el agua y trabajar con la arcilla. Esas charcas han podido albergar al sapo de espuelas (Pelobates cultripes) citado ya hace bastantes años en el área.
El año pasado, técnicos de la AMAYA encontraron en estas charcas larvas de gallipato (Pleurodeles waltl), realizando posteriormente un seguimiento de las mismas durante los meses de abril y de mayo. En la última visita a finales de mes ya se habían secado, desconociendo a ciencia cierta el destino que tuvieron finalmente esas larvas.
Numerosas larvas de gallipato junto a las notonectas.
La inspección del lugar por miembros de la Asociación Herpetológica Granadina (AHG) este año, reveló que se trataba de un lugar muy prometedor, libre del terrible cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii) y también de peces, que están haciendo estragos en todas las poblaciones de anfibios donde son soltados por la ignorancia del impacto en el ecosistema. Las charcas que podrían albergar un buen volumen de agua, contaban con la presencia de vegetación acuática, abundantes refugios e invertebrados, encontrándose alejadas de zonas agrícolas, que desgraciadamente, se han vuelto sinónimo de toxicidad por el abusivo uso de fitosanitarios.
Se encontraban totalmente secas. Tal vez por falta de lluvias suficientes y/o por que la escorrentía había colmatado la entrada de agua a estos humedales, como se pudo comprobar.
Por lo que tras evaluar la situación, se decidió restablecer manualmente la conducción del agua, trabajo que finalizó en poco más de una hora.
Es preciso ahora realizar un seguimiento de la zona, para posibles correcciones en las próximas lluvias, que esperemos lleguen pronto, para que la vida vuelva de nuevo a este paraje.