En mayo de 2011 publicamos una entrada en este blog relativa
a nuevas
poblaciones conocidas de una especie cada vez más escasa en el sudeste
peninsular, el Sapillo pintojo meridional (Discoglossus
jeanneae). Habían sido halladas en el área de influencia del núcleo urbano
de Granada, en el municipio de Cenes de la Vega, por un lado, y en el valle del
río Darro, dentro ya del término de Granada, habiendo permanecido hasta
entonces en el más absoluto ostracismo. Casi un año más tarde, con motivo de unos
censos de anfibios dentro del programa de voluntariado sobre seguimiento de herpetos
en el que participamos (el programa SARE) fuimos a controlar
los puntos donde reproduce esa especie. Las pasadas últimas noches de lluvias
han venido también este año justo como lo que son, agua de mayo. A pesar de que por desgracia para algunas especies
han llegado algo tardías las ansiadas lluvias, en general las noches húmedas
primaverales han permitido a los anfibios retomar su actividad, y a nosotros, nuestro
trabajo de campo.
En ocasiones ha de haber una campaña de voluntariado o un
proyecto de investigación para animar a la gente a salir de noche a buscar
anfibios en zonas poco conocidas. Tal es el caso que nos aconteció la pasada noche
del 6 de mayo. En compañía de nuestra amiga Bea Nieto, regresando de muestrear uno
de nuestros puntos de anfibios llevamos a cabo un descubrimiento de lo más
interesante. Aparte de confirmar el buen estado de la población de pintojos del
curso bajo del Darro, dimos, para nuestra sorpresa, con una nueva (y cercana) población
del hoy día gravemente amenazado Sapo
partero bético (Alytes dickhilleni),
distante en más de 6 km lineales (y cruzando varios barrancos) de la localidad previa
conocida más próxima a la ciudad, la de una acequia de Víznar. El
descubrimiento a altas horas de la noche de un macho adulto cantando en un
camino fue la guinda para una excelente “noche anfibia”. El ejemplar visto
estaba acompañado en el ambiente por un coro de, como mínimo, otros dos machos
más, con su característico ‘pi’, más
sordo y aflautado que el del autillo común, con el que suele confundirse.
Macho de
sapo partero bético activo por la noche en un camino en las cercanías de
Granada (Foto: Juan R. Fernández-Cardenete)
Estos anfibios son “endemismos locales”, muchos de ellos
considerados además especies amenazadas (el sapo partero bético es uno de los
100 vertebrados más amenazados del planeta), e incluidos en la normativa
jurídica europea, la Directiva Hábitats, y en su trasposición a la legislación
española en materia de protección ambiental, la ley del Patrimonio Natural y la
Biodiversidad, de 2007. Mundialmente, el sapo partero bético está considerado
como especie Vulnerable (lista roja
de la UICN, vers. 2011.2), por ocupar su distribución una superficie menor
que 2.000 km2, estar severamente fragmentada, por la extensión
reducida y calidad prístina de sus hábitats, así como por el número de
subpoblaciones. La especie consta además en los Catálogos español y andaluz de
Especies Amenazadas, recientemente revisados (2011 y 2012, respectivamente). Se
encuentra amenazado a nivel mundial entre otras causas, por una nueva
enfermedad emergente, una pasasitosis causada por hongos quitridios
que acaban con gran efectividad con poblaciones completas.
Estas observaciones, notas de alegría para los que aún somos
sensibles a estos pequeños duendes del agua, rememoran en el recuerdo de siglos
atrás, en la época nazarí (y quizá hasta no hace muchos años) que anfibios hoy
día amenazados como este pequeño sapo, o las desaparecidas salamandras,
tritones y gallipatos, pulularon por las huertas y acequias de los por entonces
arrabales de la judería granadina del Realejo y el barrio del Albaicín, que
tomaban el agua de este cauce a través de las acequias Gorda y la de Aynadamar.
Una ilustración histórica aparecida en la magnífica guía oficial de la Alhambra
y el Generalife (2010) pone de manifiesto la presencia de estas especies.
Grabado de
1623 del valle del Darro a su paso por los palacios y alcazaba de la Alhambra.
Se aprecia en una bandeja varios animales considerados como “venenosos” de la
época (Fuente: Bermúdez-López et al., 2010).
La preservación de estos últimos
reductos de especies amenazadas increíblemente bien conservados en parajes aún
idílicos pese a la cercanía a la ciudad de Granada, se torna una
responsabilidad de todos, y como el conocimiento implica responsabilidad, ahora
de la nuestra. Proyectos como el cierre norte de la circunvalación de Granada
atravesando el valle del Darro, o los de ubicar en la zona de Jesús del Valle
campos de golf y otras infraestructuras pondrían sin duda en peligro a estas
poblaciones que aún resisten el paso de los años y las épocas de desarrollismo
pasadas y recientes. Actualmente perviven las últimas reminiscencias de un
pasado de esplendor que esperemos no olvidar nunca. Valga este pequeño aporte
en nuestro empeño.
Bibliografía
Bermúdez López, Jesús y otros: La Alhambra y el
Generalife, Guía Oficial. TF Editores, 2010. ISBN 978-84-86827-28-1
Pd. De ambas
poblaciones se ha redactado y enviado sendos informes exhaustivos a las
autoridades ambientales competentes en materia
de gestión
territorial y protección de la biodiversidad.
Enlaces :
Autor Texto y Fotos : Juan Ramón Fernández Cardenete