Es sabido que los procesos naturales llevan implicados momentos dramáticos.
En este caso, una charca temporal que se seca antes de que muchas larvas de
anfibios (gallipatos y sapos de espuelas) lleguen al final de la metamorfosis.
Ante el dilema de la actuación o el de dejar seguir el proceso natural, y teniendo en cuenta que la charca es el resultado de una actuación humana
reciente, finalmente decidimos sacar las larvas y llevarlas a una charca
aledaña, situada a unos 70 metros donde el agua durará unas semanas más, tiempo
necesario para que estas consigan completar la metamorfosis y pasar el verano
en un lugar mucho más idóneo que la ladera solana donde se encontraban.
Muchos de los renacuajos tenían un avanzado estado de su etapa larvaria,
por lo que creemos que posiblemente una parte de la población haya abandonado
ya la charca y cobijado en el barro o en grietas con algo de humedad.
Varios centenares se retorcían aun en tres charcos fangosos respirando aire
debido a la falta de este en la poca agua que quedaba, que no
hubiese durado más de 24 o 48 horas.
Sapo de espuelas (Pelobates cultripes) a punto de la metamorfosis. |
La liberación supone que varios cientos de ellos (unos 1000 sapos de
espuelas y 200 gallipatos) tengan muchas
posibilidades de completar su proceso de transformación, que les llevara
a hacerse anfibios adultos capaces de colonizar nuevos enclaves de este macizo,
donde los anfibios han conseguido prosperar gracias esta vez, a la intervención
humana, que llenó la zona de charcas, pilones y aljibes para el abastecimiento
de ganado.
En la Sierra de Loja los anfibios tienen asegurado su futuro gracias a los
pastores.
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