lunes, 8 de agosto de 2022

En busca de la salamandra perdida. Crónica de una muerte anunciada

La salamandra común (Salamandra salamandra) es un anfibio con una alta variabilidad morfológica del que se han descrito muchas subespecies, dos de las cuales se encuentran en el sudeste de la península ibérica: morenica y longirostris


Salamandra común, subespecie morenica: con hocico redondeado y normalmente manchas rojizas

Salamandra común, subespecie longirostris: con hocico apuntado y sin manchas rojizas


              Distribución

    

           La subespecie morenica está presente en Sierra Morena desde Huelva hasta Jaén, sierras de Cazorla y Segura, algunas sierras de Albacete y Murcia y sierras del norte de Granada (Castril, La Sagra, Guillimona, etc.); sus poblaciones aún están bien conservadas. La subespecie longirostris sólo se encuentra actualmente en las provincias de Cádiz y Málaga, ya que ha desaparecido recientemente de Jaén, Córdoba y también de Granada, donde habitaba en el límite occidental colindante con Málaga y cuya última observación se produjo en 1989; las poblaciones de esta subespecie son más vulnerables.

 

Distribución de la salamandra común en Granada y parte del sudeste peninsular
(Salvador, Pleguezuelos y Reques, 2021. Guía de los anfibios y reptiles de España).
Se han añadido unas cruces en zonas de Granada donde ha desaparecido


Adulto de la subespecie morenica


Adulto de la subespecie longirostris 

 

Durante las últimas décadas hemos realizado numerosas entrevistas a personas que frecuentan el campo (pastores, agricultores, cazadores, etc.) para conocer la distribución pasada y presente de esta salamandra en la provincia de Granada. En una especie con una coloración tan llamativa y de reconocimiento tan fácil las respuestas suelen ser bastante seguras, tanto en sentido positivo como negativo, y eso nos ha permitido determinar que el “tiro” -como en muchas zonas se la denomina- tuvo en el pasado un área de distribución provincial mucho más extensa que la actual y estuvo presente en la mayoría de nuestras sierras.

Tornajo donde se reproduce esta especie en la sierra de Castril


Las citas más antiguas corresponden a grabados del siglo XVII donde se la señala en acequias del valle del río Darro, a las puertas de la ciudad de Granada, y a las crónicas del abad de Baza del siglo XVIII que la nombra en las sierras de Orce y Baza. En el siglo pasado hay datos en los años 70 en la Vega de Granada y en los 90 en la cuenca del río Guadalfeo y en las sierras de Parapanda, Huétor, Almijara y Tejeda. En Sierra Nevada hay citas en numerosos lugares de ambas vertientes, aunque más en laderas orientadas al norte y oeste. En el Instituto Ángel Ganivet se conserva un ejemplar que, según su etiqueta, fue capturado en Sierra Nevada en 1974. En uno de los barrancos tributarios de los Cahorros de Monachil se dio a finales de los 80 la que posiblemente fuera la última observación confirmada para toda Sierra Nevada. Por último, no hay datos sobre su presencia en las sierras de La Contraviesa, Lújar y Loja.


Larvas en un arroyo granadino

  

Las causas de su desaparición no son conocidas, pero debe haber influido el aumento de la aridez en el sudeste peninsular. Otras causas como cambios en las prácticas agropecuarias por la modernización del campo o alguna enfermedad fúngica, como las que ahora están devastando a los anfibios en todo el planeta, también pueden haber influido.


Joven de la subespecie morenica


No podemos descartar que en algunos lugares donde ya no se la ve se mantenga alguna pequeña población acantonada en reductos muy localizados, como enclaves cavernícolas o barrancos húmedos. Rogamos a los lectores que tengan información sobre la presencia presente o pasada de esta especie en cualquier lugar de la provincia que nos lo comuniquen al correo: sabandijape@gmail.com Pueden encontrar más información en nuestro blog: sabandijape.blogspot.com

jueves, 4 de agosto de 2022

Llegamos tarde

La vida de los anfibios que viven en charcas temporales es una carrera contra reloj. Así ocurre en la sierra de Loja, al oeste de la provincia de Granada, donde sapos de espuelas (Pelobates cultripes) y gallipatos (Pleurodeles waltl) se reproducen en charcas ganaderas de duración limitada. Algunos años hemos tenido que rescatar muchas larvas de estas especies que se hacinaban en minúsculos charcos a punto de desaparecer, y que sobrevivían devorándose entre sí.

 

Sierra de Loja

Hace unos días subimos de nuevo a la sierra. Sabíamos que íbamos tarde, pero teníamos la esperanza de llegar a tiempo. La primera charca tenía poca agua, pero suficiente para garantizar que las larvas de ambas especies pudieran completar su desarrollo.

 

La primera charca aún tenía agua


Larvas de sapo de espuelas capturadas guardando las medidas higiénicas necesarias 

Con las siguientes tres charcas llegó lo que nos temíamos. Estaban totalmente secas y en su fondo agrietado se agolpaban los cuerpecillos momificados de centenares de larvas de sapo de espuelas y de algunos gallipatos. El verano se les había echado encima, y más este verano especialmente caluroso.

 

La segunda charca estaba seca

Cientos de cadáveres de larvas de sapo de espuelas

Los cuerpos secos de dos jóvenes gallipatos

Otra charca seca

Más y más larvas muertas de sapo de espuelas

 

Es cierto que estamos en el sureste árido de la península ibérica y que esa temporalidad del agua es también un factor selectivo de evolución en estas poblaciones, pero eso no consuela cuando el sapo de espuelas es cada vez más escaso en la provincia no por la escasez de agua, sino por la continua destrucción de sus lugares de cría. 

Nos fuimos bastante jodidos por no haber llegado a tiempo, pero con el propósito de adelantar la visita el año que viene para evitar otro desastre.


Sapo de espuelas (foto de archivo)